Zikarón - Video instalación con correctores secos. 2018 - Cabildo Historico de Córdoba. Muestra 100x100 - Participación por los 100 años de la Reforma Universitaria


ZIKARÓN - MEMORIA

A cuarenta y dos años del golpe militar de 1976, el tratamiento de la tragedia de los vuelos de la muerte para la desaparición de personas nos exige una actitud de consideración y cuidado, tanto respecto a las víctimas, como hacia quienes les sobrevivieron y aún hoy sufren el dolor de su desaparición. El término hebreo Zikarón, cuyo significado es memorial, alude a tal actitud de recogimiento. Utilizado con frecuencia en los textos bíblicos, hace referencia a la memoria y la conmemoración, el acto compartido de recordar.
El proyecto consiste en una videoinstalación en la que objetos (envases de líquido corrector) suspendidos desde las vigas superiores interactúan con proyecciones múltiples sobre piso y paredes laterales, acompañadas de sonidos incidentales que hacen referencia a los vuelos de la muerte. El sentido de esta obra se construye a través de cuatro elementos: agua, aire, sonido y objetos desechables. El envase de color blanco que contiene el líquido corrector reúne dos elementos simbólicos significativos que han sido tomados especialmente en cuenta en el proceso de creación de la obra, uno externo y el otro interno. Por su forma se asemeja a un cuerpo humano encapsulado, amortajado y sin rasgos de identidad. Su contenido es un líquido que tapa y oculta, cubre de blanco lo oscuro, aquello que no quiere verse o debe ser invisibilizado.
Cuerpos “corregidos”, ocultados, maniatados e indefensos, lanzados al vacío y suspendidos en el breve momento que los separa de la muerte. Un fragmento de tiempo que se vuelve eterno antes de la desaparición.
La utilización repetida de un mismo elemento producido industrialmente nos remite por un lado, a la muerte serial, al plan sistemático de aniquilación y por el otro, al anonimato de las víctimas, a la anulación de su identidad y a la deshumanización de la que fueron objeto. La blancura uniforme de los objetos acentúa la reiteración e impersonalidad, a la vez que transmite otro mensaje implícito, al ser representación tanto de la pureza, como de la inmaterialidad del espíritu que se separa del cuerpo.
El aire que rodea a estos cuerpos no es de libertad y elevación, sino el elemento en el que quedan suspendidos antes de desaparecer en la masa de agua subyacente, que los ahoga y sumerge y que se transforma en una tumba extensa. La perversidad de los asesinos contamina el aire y el agua, elementos esenciales para la vida.
Por último, el sonido atronador de los motores de aviones y helicópteros, como máquinas portadoras de la muerte, hiere el silencio de la noche, amenaza y aterra.
Cuerpos reiterados, aire, agua, sonidos y luces se combinan para dar lugar a una imagen espectral de muertes trágicas e inhumanas.
El propósito central de la obra es la rememoración respetuosa y sobria de las desapariciones provocadas por los vuelos de la muerte que permita la evocación y la introspección, sin sobretonos emocionales que fácilmente se disparan por el espanto y el horror que provoca el carácter aberrante de la crueldad extrema. Una obra de arte como la propuesta hace que la actitud de constricción sea posible. Restituir del olvido a estas desapariciones, para recordar a las víctimas con respeto y reforzar la convicción de que nunca más hechos similares vuelvan a repetirse en el mundo.
Con la instalación se pretende que el transeúnte y potencial espectador repare en ella, en su significado y el del entorno en el que se encuentra, a fin de producir un impacto sensorial que desrutinice su tránsito cotidiano. Asimismo, revalorizar el lugar, por la ubicación que tiene entre el pasado y el presente, como un puente de unión física entre dos espacios significativos y a la vez inmaterial, a través de la memoria.

Carlos Lista