Proyecto M – Centro Cultural Córdoba - Córdoba, Argentina. 2015




Proyecto M - Video de sala

Sara Goldman despliega su obra como una lluvia cromática que se derrama a modo de un gran velo en el que la paleta de color y las transparencias se mimetizan y dialogan con el espacio que lo contiene.
La verticalidad de la obra recorre las curvas envolventes de hormigón del Centro Cultural Córdoba en un diálogo entre lo exterior-interior. Las 750 líneas verticales de 17 metros cada una, reiteradas y puestas en relación, conforman un plano virtual de grandes dimensiones que se interpone con flexibilidad y sin resistencia entre el espacio cubierto y el espacio vacío, uniéndolos y separándolos, ocultando y revelando.
Goldman, ya nos tiene acostumbrados a estas grandes intervenciones en museos o centros culturales, donde busca espacios no centrales o de transición, (esos no lugares de los edificios) para rescatarlos del anonimato y revalorizarlos.

Recicla en un doble sentido: reutiliza objetos desechables y los estetiza, desprendiéndolos de la función para la que fueron concebidos. También redefine los lugares arquitectónicos en los que ubica sus obras, les da protagonismo y los recupera.
La reiteración y la repetición casi obsesivas son rasgos que también identifican los trabajos de Sara Goldman. En esta obra desarma, reduce y ensambla, como cuentas de un collar que parece volverse interminable, 125.250 cartuchos de fibra de color que el tiempo ha vuelto inutilizables.

Al igual que sus obras anteriores, a pesar de la cantidad de elementos utilizados y la magnitud de su acumulación, esta intervención no resulta desbordante ni excesiva. La sobriedad y la mesura son rasgos distintivos del trabajo de esta artista. Llega a estos resultados combinando determinados materiales, una particular forma de componer y un estilo de intervención que le son propios. Hace uso de elementos sólidos no perecederos, similares o idénticos y de algún modo asépticos, con lo cual logra una unidad sin carga emocional manifiesta.

Compone enhebrando los tubos exteriores de fibras de color: un color, dos colores, 167 colores en cada línea que ensambla en un extensísimo cordel transparente de 12.250 metros. Utiliza un ritmo regular con variaciones cromáticas sin estridencias. Interviene sin agredir el espacio. No lo rompe, ni perfora, ni destruye; lo acompaña y lo complementa. Su intencionalidad no es confrontativa con el contexto, ni con el espectador.
Sara rescata, redefine, recupera, renombra. Sara juega.

Juan Canavesi